lunes, 4 de marzo de 2019

Los almendros florecen de nuevo




Torre Arias y la Quinta de los Molinos.


Son muchos los estupendos parajes por donde pasear en Madrid. Dos parques muy interesantes son los de Torre Arias y la Quinta de los Molinos. Este año, con esta primavera adelantada, los almendros ya han comenzado a florecer.

La finca de Torre Arias tiene una larga historia. Su origen se sitúa a finales del siglo XVI  y comienzos del XVII. Más de 18 hectáreas que han pertenecido a distintas familias cargadas de títulos y honores.


Parque Torre Arias. La gran explanada.


Cada  propietario ha ido dejando su huella en los campos, en el palacio o en ambos. Habrán disfrutado de lo que el campo entrega a quien lo cuida, de la sombra de hermosos árboles, de los caminos que deparan sorpresas y rincones románticos.




Palacio de Torre Arias en rehabilitación.



La finca es rica en manantiales y pozos y, aunque ahora ya no veamos correr el agua por el arroyo que la atraviesa, si cerramos los ojos y nos imaginamos la actividad que aquí hubo cuando fue tierra de labor y granja, aún podremos oír su murmullo.
En la finca se encuentran varios árboles singulares: pinos carrascos o halepensis, un altísimo almendro que hará obligada la visita en febrero, cedros , una sophora japónica péndula cerca de la casa y una gran encina de 300 años, cercana al muro de la finca y al huerto, con su enorme copa.
Veremos muchos cercis y sendas flanqueadas de lilos. Abundan los ruscos a lo largo de los caminos.



Los viejos almendros de Torre Arias.



El rusco ( Ruscus aculeatus), arbusto siempre verde, pinchoso, de la Familia  Asparagaceae. Con dos tipos de tallos , unos  lisos y redondeados y otros aplanados (filocladios) que presentan falsas hojas de 2-3 cm, punzantes. Las hojas verdaderas son muy pequeñas, poco visibles, y se presentan como escamas en las axilas de 3-4 mm de longitud. Florece a finales del invierno y en primavera. En las plantas femeninas aparece en otoño e invierno el fruto, que es tóxico, como una baya roja, en medio de las falsas hojas. Podemos encontrar, a la vez, la flor y el fruto.




Ruscos de Torre Arias

La flor del rusco

Fruto del rusco.



Siguiendo los caminos veremos los invernaderos, ahora desvencijados, que aún nos trasmiten lo que fueron.
Los sentimientos de los moradores y su amor a las plantas han quedado engarzados en el esqueleto herrumbroso de la estructura y nos acerca a los que aquí vivieron y nos aúna con ellos la emoción ante la naturaleza, que año tras año resurge con fuerza renovada.


Uno de los invernaderos de Torre Arias.

Agaves en Torre Arias.

La Sophora en forme de T. Torre Arias.



Torre Arias. La vieja encina (Quercus illex).



Si queremos ver gran cantidad de almendros que este año ya han comenzado a florecer a mediados de febrero, visitaremos la finca cercana de la Quinta de los Molinos. Su historia es más reciente, se desarrolla en el primer cuarto del siglo XX. Su propietario César Cort Botí recibió un terreno que ampliaría con adquisiciones de parcelas colindantes.Allí plantó gran cantidad de olivos y almendros que hacen de este parque un lugar maravilloso de paseo.



Los almendros comienzan a florecer. Quinta de los Molinos.



En la Quinta de Los Molinos se congrega mucha gente para ver los almendros florecidos en toso su esplendor. Hay que estar pendientes de las fechas para poder pasear entre las copas blanco-rosadas y luego, perderse por caminos menos transitados.



Uno de los muchos almendros en la Quinta de los Molinos.


Violas que acompañan al paseante. Quinta de los Molinos.