El jardín del Museo Sorolla
Al Museo Sorolla le precede el jardín y esto hizo que, cuando lo visité por primera vez , la sensación fuera especialmente agradable y , lo mejor, que no ha menguado a través de los años.
Se trata de un lugar privilegiado ya que no se visita solamente un museo sino la propia casa donde vivió el pintor y el jardín que tantas veces llevó a sus cuadros.
En alrededor de cuarenta obras pintó este espacio que además serviría de fondo a muchos retratos de su familia y de personajes contemporáneos.
Primer jardín del Museo Sorolla. Madrid |
Este jardín tan amado, que diseñó e hizo construir, es un plácido espacio en medio de Madrid donde uno se refugia del bullicio de la ciudad y en el que el murmullo del agua te acompaña. Nada más flanquear la puerta nos recibe el olor del boj.
El espacio tiene forma de L, se divide en tres zonas y , en cada una de ellas, no falta el agua ya sea como fuente, estanque o surtidor.
El primer jardín tiene una pequeña fuente rodeada por parterres geométricos que dividen este área.
Veremos en macetas azaleas, rododendros y un pequeño naranjo. En la zona de la derecha crece una hermosa camelia blanca de pétalos de seda.
Según se entra y a la izquierda destaca un gran banco de obra con baldosas cerámicas que nos permite sentarnos un momento para pasear la mirada y llevarla al fondo donde, en el segundo jardín, una escultura clásica emerge entre flores blancas. Al acercarnos vemos que se trata de Choysia ternata, el llamado naranjo o azahar mexicano con grupos de flores de forma estrellada y estupendo olor. El nombre de ternata lo recibe por sus hojas constituidas por tres folíolos. Se encuentra flanqueada por Pittosporum, otro arbusto también de flores blancas.
El segundo jardín fue el último que se construyó y se ve influenciado por la admiración de Sorolla por los jardines de La Alhambra y del Alcázar de Sevilla.
A la entrada del mismo y a la izquierda se alza un añoso mirto que fue plantado por el propio artista, al igual que un gran Cercis, el árbol del amor, que crece altísimo buscando la luz entre el estanque y el muro que lo separa de la calle.
Arrayán o mirto plantado por Joaquín Sorolla. |
El segundo espacio se separa del tercero por una breve escalera y por unas pequeñas y graciosas esculturas clásicas que aparecen en algún cuadro del artista.
Ahora, en primavera nos reciben una gran cantidad de alhelíes en el tercer jardín y también aquí vemos un hermoso rododendro blanco. En este espacio destaca una fuente con el hermoso nombre de Fuente de las confidencias y una amplia zona de sombra bajo la pérgola.
Antes de acceder a la entrada, dos grandes almeces a la derecha dan la bienvenida, dos troncos de gran altura dirigiéndose hacia el cielo en pos de la luz.
Tercer jardín. Museo Sorolla. Madrid |
En conjunto no se trata de un espacio muy grande pero su compartimentación, recovecos y variadas plantas parecen multiplicarlo.