El ciprés en el arte, cuatro ejemplos.
El ciprés común (Cupressus sempervirens) es un árbol ampliamente utilizado en jardines y parques, usado como seto o flanqueando los caminos, con su forma estilizada, elegante, evocadora y romántica. Hasta tiene su propia leyenda mitológica que podemos leer en Las metaformosis de Ovidio. Cipariso, amante de Apolo, fue convertido en ciprés. Cipariso clavó una jabalina, por error, matando al ciervo de las ninfas. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho quiso morir, pero Apolo lo convirtió en este árbol. Dice Ovidio "el ciprés ahora árbol, muchacho antes".
En las fotos podemos ver ejemplos de sus usos como en el parque de la Alameda de Talavera de la Reina (Toledo), Quinta del Duque de Arco en El Pardo (Madrid), Palacio de Galiana (Toledo) o en el parque Lineal del Manzanares (Madrid).
Los cipreses también figuraron en mosaicos romanos, como en el de Las Musas en el Museo Arqueológico Nacional (MAN) de Madrid. En uno de los fragmentos en que está dividido el mosaico se puede ver, en la esquina inferior, la representación de un ciprés. Se trata de un mosaico del siglo IV en Arellano (Navarra). Su propietario quiso representar las nueve musas como un elogio de la cultura que, heredado de Grecia, era signo de prestigio y estatus en su tiempo.
Fragmento del Mosaico de las Musas. MAN |
Max Ernst (Brühl ,1891- Paris, 1976) pintó unos cipreses muy especiales.
El pintor alemán nacionalizado francés es una figura fundamental tanto en el movimiento Dadá como en el surrealismo. Un artista que experimentó distintas técnicas (collage, frottage, dripping...) buscando nuevos caminos así como la inspiración en el mundo del inconsciente, de los sueños, de lo irracional. Para él la pintura era invención, descubrimiento y revolución.
La obra se titula "árbol solitario y árboles conyugales" (1940). Se trata de un óleo sobre lienzo (81,5x100,5) que puede contemplarse en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. En sus especiales cipreses podemos observar rostros, desnudos femeninos, figuras bizarras... que pasan desapercibidas en un primer vistazo.
En palabras de Rusiñol " las siluetas de los cipreses son las lápidas de los pobres; son los recuerdos de los humildes; son la esencia que el espíritu ha dejado al despedirse del mundo haciendo revivir la materia; son el sepulcro viviente de los últimos secretos de la vida; el árbol sagrado, hijo de los últimos suspiros del hombre".
Pintado en Montserrat, en el verano de 1896, reproduce el mirador de Sant Iscle que ahora se encuentra en el interior del monasterio. Esta pintura forma parte de su obra Jardines de España. En aquel momento cultivaba el simbolismo, que desarrolló en Cataluña entre 1897 y 1900, por eso esta obra es tan diferente a otras. Aquí aparece la figura humana, una mujer de negro con un libro en la mano, pensativa ¿ soñadora o triste? Cada cuál hará su lectura.
La última obra es de Benedetto Bonfigli (Perugia hacia 1420-1496), La Anunciación (hacia 1455). El material es temple y oro sobre tabla (51x36,5 cm) y se conserva en el Museo Thyssen- Bornemisza de Madrid. Este cuadro pertenece a su primera época y nos recuerda a la Anunciación de Fra Angelico. En el paisaje del fondo dos cipreses se funden y forman una bonita silueta que llama la atención.
Botánica y arte, siempre de la mano.