Los pequeños naturalistas
Un cuadro de José Jiménez Aranda
Los amantes de la naturaleza, las plantas, los árboles, las flores...ya sea en su faceta más natural y silvestre como en la restringida a jardines o macetas, disfrutamos también de los cuadros en los que se representa. Este es el caso de la obra titulada Los pequeños naturalistas.
Se trata de un cuadro pequeño, un óleo sobre lienzo de, aproximadamente, 50x60 cm, situado en una esquina de la sala 62A del Museo del Prado.
Esta sala, y las que hay a su alrededor, reflejan la pintura española de los siglos XIX y principios del XX. Por su pequeñez, puede pasar desapercibido entre otras obras de mayor formato pero, si llegamos hasta él y lo observamos nos atrapará enseguida. La escena es sencilla , unos niños en el jardín observan a un escarabajo, sencilla pero vívida, tierna , luminosa, magnífica instantánea captada para componer un cuadro precioso.
La obra es del pintor sevillano José Jiménez Aranda (1837-1903). El cuadro está fechado en 1893.
El autor pasó temporadas en París y en Roma y, en esta ciudad , coincidiría con Mariano Fortuny.
En las temporadas fuera de España asimilaría influencias naturalistas, al igual que otros pintores de su época, que se reflejarían en su pintura. Los artistas aspiraban a conseguir una gran precisión en las representaciones de paisajes, escenas o retratos .
El óleo fue adquirido al yerno del pintor, estuvo en el Museo de Arte Moderno de La Coruña, desde 1903 a 1971, hasta que vino al Museo del Prado.
El cuadro es una delicia, es una imagen viva de los niños enfrentados a las maravillas y misterios de la naturaleza. La escena se enmarca en el jardín. El escarabajo patas arriba centra su atención, detrás de ellos , plantas en macetas y barriles, al fondo el espacio se prolonga ¡ Hace buen tiempo, salgamos a curiosear! Y así, con los ojos abiertos en busca de sorpresas pasan las horas. Entremos en ese jardín, acerquémonos a ver qué han descubierto, huele bien, la brisa corre entre sus cabezas y el tiempo se detiene...
Cada uno puede ver en un cuadro lo que quiera, no es necesario que nadie explique nada. Es verdad que un experto te señalará detalles o aspectos que, a primera vista, pasan desapercibidos pero el impacto inicial de la pintura, cuando ésta te cautiva, es el que tiene más valor.
Las emociones que uno siente ante una obra son la suma de lo vivido, de lo soñado, de lo imaginado...
Animo a verla, a descubrirla en ese rincón de esa sala del Museo del Prado. Es mucho lo que evoca este pequeño cuadro.
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