martes, 28 de septiembre de 2021

 


Sendas botánicas del monte Vizmaya (II)


Volví en primavera al Monte Vizmaya, en Cantabria, desde las cercanías del convento de Hoznayo.
El camino es muy empinado al comienzo y  te introduce en un espeso bosque. Parar a contemplar las diferentes especies que lo constituyen e identificarlas te da la oportunidad de tomar aliento.

Las mariposas acompañan revoloteando alrededor y , cuando dejas atrás la pista sombría, se amplía el horizonte en unas magníficas vistas.
A las plantas observadas en el verano pasado añado las de esta salida en junio del 2021 ¡Os deseo buenas excursiones si os animáis por los senderos del Vizmaya!



Por los senderos del Vizmaya. Cantabria



Monte Vizmaya. Cantabria



Vestigios de las antiguas minas de hierro. Monte Vizmaya



Eléboro( Helleborus viridis)
Hipérico (Hipericum androsaemum)





Centaurea sp



Melisa bastarda (Mellitis melissophylum). Lamiácea



Lotus ( Lotus corniculatus)


Jarilla (Helianthemum sp)


Hierba de las siete sangrías (Lithodora fruticosa)


Teucrium sp


Mariposa Iphiclides



Abejera (Ophrys apífera)
Mariposa Icarus sobre Lotus


Tomillo rastrero ( Thymus praecox)


Veréis estas plantas y muchas más que a mí se me habrán escapado por los caminos del monte Vizmaya, siempre recomendable.



martes, 8 de junio de 2021





 


Edgeworthia chrysantha, un arbusto singular


Paseando por el Real Jardín Botánico (RJB) de Madrid en Febrero de este año 2021, dos arbustos de mediano tamaño atrajeron la atención tanto de mí como de mis acompañantes.
Presentaban abundantes flores que miraban al suelo y ninguna hoja, una temprana floración muy llamativa. Se trata de la Edgeworthia chrysanta, perteneciente a la Familia Thymelaceae.
Su origen se sitúa en el sur y este de China. Desde aquí fue introducido en Corea y Japón. 

Su nombre se lo debe a Michael Pakenham Edgeworth ( 1812-1881) un aficionado botánico irlandés, miembro de la Sociedad linneana de Londres, que trabajó para la Administración colonial en India. Recolectó flora de Adén, Ceilán e India. 




Edgeworthia chrysanta. RJB Madrid. Febrero 2021



Su corteza  es vistosa, rojiza con estriaciones blancas. Con ella se fabrica, en Japón, un papel de muy alta calidad.
Se trata de un arbusto de hojas caducas y, gracias a ello, se puede ver muy bien como las ramas se dividen en  ramificaciones de tres. 




Edgeworthia chrysanta



Los dos ejemplares del RJB ocupan un pequeño parterre cercano a los invernaderos.

Las flores son muy perfumadas , a mí me parece que huelen a una mezcla de azahar y jazmín. Se conforman en grandes cabezas péndulas formadas por pequeñas flores tubuladas amarillas que cuelgan al final de los tallos desnudos. Florece en febrero, antes de que haya salido ninguna hoja.




Edgeworthia chrysanta. RJB Madrid. Febrero 2021



Al ser las flores colgantes hay que agacharse para poder verlas bien. Por adoptar esta posición la polinización la realizan unas mariposas llamadas mariposas colibrí que pueden mantenerse en vuelo y, desde abajo gracias a su trompa, llevarla a cabo. Se puede ver un video de este fenómeno realizado en el Botánico.

Sus hojas son suaves y lanceoladas. Las veremos aparecer en marzo, cuando algunas flores se han desprendido ya, y se dirigen hacia arriba, en vertical.
En abril, ya observamos los frutos al final del pedúnculo floral. Se aprecian pocos frutos, se ve que son caedizos prematuramente en estos arbustos del RJB y no he podido ver que cambien de color cuando maduran. Parece que en su hábitat natural adquieren un color purpúreo.
En mayo, los arbustos están llenos de hojas que, aunque son de un bonito color verde, pueden pasar desapercibidos hasta que tengas la suerte de verlos de nuevo en flor y, entonces, volverás a visitarlos para seguir su evolución como me ha pasado a mí.




Edgeworthia chrysanta. Marzo 2021




Edgeworthia chrysanta.Frutos.30 abril 2021




Edgeworthia chrysanta en Mayo 2021. RJB. Madrid


 









sábado, 8 de mayo de 2021

 


El jardín del Museo Sorolla


Al Museo Sorolla le precede el jardín y esto hizo que, cuando lo visité por primera vez , la sensación fuera especialmente agradable  y , lo mejor,  que no ha menguado a través de los años.
Se trata de un lugar privilegiado ya que no se visita solamente un museo sino la propia casa donde vivió el pintor y el jardín que tantas veces llevó a sus cuadros.

En alrededor de cuarenta obras pintó este espacio que además serviría de fondo a muchos retratos de su familia y de personajes contemporáneos.



Primer jardín del Museo Sorolla. Madrid


Este jardín tan amado, que diseñó e hizo construir, es un plácido espacio en medio de Madrid donde uno se refugia del bullicio de la ciudad y en el que el murmullo del agua te acompaña. Nada más flanquear la puerta nos recibe el olor del boj.

El espacio tiene forma de L, se divide en tres zonas y , en cada una de ellas, no falta el agua  ya sea como fuente, estanque o surtidor.
El primer jardín tiene una pequeña fuente rodeada por parterres geométricos que dividen este área.
Veremos en macetas azaleas, rododendros y un pequeño naranjo. En la zona de la derecha crece una hermosa camelia blanca de pétalos de seda.



Camelia del jardín del Museo Sorolla. Madrid


Según se entra y a la izquierda destaca un gran banco de obra con baldosas cerámicas que nos permite sentarnos un momento para  pasear la mirada y llevarla al fondo donde, en el segundo jardín, una escultura clásica emerge entre flores blancas. Al acercarnos vemos que se trata de Choysia ternata, el llamado naranjo o azahar mexicano con grupos de flores de forma estrellada y estupendo olor. El nombre de ternata lo recibe por sus hojas constituidas por tres folíolos. Se encuentra flanqueada por Pittosporum, otro arbusto también de flores blancas.



Segundo jardín del Museo Sorolla. Madrid


Choysia ternata. Museo Sorolla. Madrid


El segundo jardín fue el último que se construyó y se ve influenciado por la admiración  de Sorolla por los jardines de La Alhambra y del Alcázar de Sevilla.
A la entrada del mismo y a la izquierda se alza un añoso mirto  que fue plantado por el propio artista, al igual que un gran Cercis, el árbol del amor, que crece altísimo buscando la luz entre el estanque y el muro que lo separa de la calle.



Arrayán o mirto plantado por Joaquín Sorolla.


El segundo espacio se separa del tercero por una breve escalera y por  unas pequeñas y graciosas esculturas clásicas que aparecen en algún cuadro del artista.
Ahora, en primavera nos reciben una gran cantidad de alhelíes en el tercer jardín y también aquí vemos un hermoso rododendro blanco. En este espacio destaca una  fuente con el hermoso nombre de Fuente de las confidencias y una amplia zona de sombra bajo la pérgola.
Antes de acceder a la entrada, dos grandes almeces a la derecha dan la bienvenida, dos troncos de gran altura dirigiéndose hacia el cielo en pos de la luz.



Tercer jardín. Museo Sorolla. Madrid


En conjunto no se trata de un espacio muy grande pero su compartimentación, recovecos y variadas plantas parecen multiplicarlo.
Un espacio agradable, evocador y bello donde se impone la calma y el paso lento para poder apreciarlo.



Jardín del Museo Sorolla. En la parte superior ramas del cercis florido.



Rincón del jardín del museo Sorolla pintado por Joaquín Sorolla.

lunes, 1 de marzo de 2021








 Plantas epifitas


Estas plantas se definen como aquellas  que viven sin contacto con el suelo. Pero además de esta característica hay que añadir que no son plantas parásitas. Se establecen sobre otras plantas  para que les sirvan de sostén, con sus raíces  consiguen una mayor estabilidad aunque también, gracias a ellas, pueden absorber agua de grietas o huecos de los árboles sobre los que crecen.




Clavel de aire. Tillandsia



Constituyen el 10% de las plantas vasculares y, en algunas zonas de clima tropical, pueden llegar a constituir más del  30 % de la biomasa . Existen alrededor de 30.000 especies. Las más conocidas son las orquídeas, las bromelias, diferentes tipos de helechos...

Algunas de estas plantas adoptan una configuración en roseta que las permite retener mejor el agua. Además las hojas poseen una cutícula gruesa para evitar la evaporación y estructuras como tricomas o escamas a través de los cuales absorben el agua.
Son plantas muy sensibles al medio ambiente.




NO SON EPIFITAS

En algunas ocasiones podemos ver plantas creciendo encima de otras sin que sean verdaderas epifitas , son las llamadas epifitas accidentales. Un ejemplo sería la higuera que crece sobre una palmera. En este caso, la semilla llegó a un lugar donde fue posible su germinación.
Otras veces, descubrimos  plantas creciendo sobre los árboles que son  parásitas o hemiparásitas como el muérdago.



No es epifita sino parásita el muérdago.
Real Jardín Botánico de Madrid.
No es verdadera epifita la higuera sobre la palmera.
Solares. Cantabria



TILLANDSIA

En los viveros vemos gran cantidad de Bromeliáceas muy vistosas.

Una de ellas, la Tillandsia, el clavel del aire (T.aeranthos), llama nuestra atención por su disposición sobre una roca plana, un tronco o en una copa de cristal... En casa lo podemos colocar sobre estas superficies o hacernos con una rama y situarlo allí.

Si observamos  la planta veremos que sus hojas son diferentes en el haz y el envés. En el haz, su superficie está recubierta por pequeños pelillos, los tricomas.
Gracias a los tricomas absorben agua y nutrientes, además le sirven de protección del exceso de radiación solar y regulan la transpiración.


Clavel de aire

Es curioso ver que frente al agua se comportan de diferente manera las dos caras de las hojas. Mientras que en el haz es inmediatamente captada, en el envés la gota de agua permanece en la superficie.


Los tricomas del haz del clavel de aire.

Haz del clavel de aire. El agua es absorbida de inmediato.




Envés de la hoja del clavel de aire. La gota de agua queda en la superficie.




Bromelias sobre tronco. RJB. Madrid



Tener un clavel de aire en casa es tener un ser vivo muy especial, que podemos observar y ver cómo responde al medio ambiente. Diría que las plantas  las podríamos considerar como mascotas con un ritmo de vida lento.

sábado, 16 de enero de 2021



 



Los árboles no paran de crecer



La vida de los árboles puede llegar a ser muy larga, conocemos muchos ejemplos de árboles centenarios, bicentenarios... o milenarios. El tiempo concedido al ser humano es mucho más breve.
En su longeva vida los árboles siguen creciendo, aumentan el grosor de su tronco y no hay barreras que los puedan parar.



Almez. Parque Casino de la reina. Madrid



Si visitamos jardines históricos encontraremos ejemplares que despiertan nuestra admiración, grandes árboles a los que los obstáculos que han encontrado en su camino no les han impedido seguir creciendo.

Si nos asomamos a la anatomía del tronco distinguimos, a grandes rasgos y a simple vista, tres zonas de diferente color que se modifican según la especie, y son de fuera hacia  adentro : la corteza, la albura y el duramen.
El duramen, la zona central, está constituida por madera muerta que da sostén al árbol. A esta madera muerta la rodean tejidos vivos, madera viva, la albura. Por los tejidos vivos circula la savia y se sitúa una zona de células embrionarias que se llama CAMBIÚM y será el origen de nuevas células que constituirán nueva madera y que ensancharan el tronco.
El centro del leño es la parte muerta. El tejido vivo , la madera viva, se encuentra a su alrededor y tiene un grosor pequeño.
A su vez, esta parte externa, viva, se encuentra rodeada para su protección por la corteza, siendo su capa externa de células muertas.
Así pues, en el tronco la sucesión es  tejido muerto (corteza) - vivo ( albura)- tejido muerto (duramen) y este hecho explica que un árbol cuyo tronco casi está totalmente hueco siga con vida.

Los troncos de los árboles van aumentando su diámetro hasta su fin. Al cortarlo veremos las líneas concéntricas de crecimiento que nos indican su edad ( la Dendrocronología se ocupa de ello), las condiciones climáticas a las que han estado expuestos o los eventos adversos que han sufrido como heridas o incendios.



Ante un obstáculo el árbol va a seguir creciendo ya que la piedra o metal con el que topa va a producir el efecto de una herida. Ante una agresión de este tipo responde con recursos suficientes para solventar el problema.



Detalle de la foto anterior. El tronco y el pedestal.



Detalle de la foto anterior. La raíz abraza al escalón. Parque Casino de la Reina.


Cuando se produce una herida en el tronco o una poda, con el tiempo, la madera viva rodeará a la muerta, como un proceso de cicatrización para evitar que sea la entrada de gérmenes y hongos.
Este proceso de envolvimiento se produce igualmente cuando es  la raíz la que encuentra un obstáculo. Todos hemos visto con asombro árboles o arbustos longevos que llegan a sobrepasar y a envolver bordillos o verjas. incluyéndolas en el interior.

Aquí van unos ejemplos. 


Alamo, tras el liquidámbar. Parque en Majadahonda. Madrid



Ciprés. Quinta del Duque de Arco. El Pardo. Madrid
Detalle de la foto anterior. Ciprés y pedestal.



Ciprés. Real Jardín Botánico, Madrid. El escalón se ha cortado.



Almez más allá del bordillo. Real Jardín Botánico. Madrid



Tejo y pedestal. Real Jardín Botánico. Madrid


No solamente los grandes árboles son capaces de este proceso sino también los arbustos añosos como la glicinia (Wisteria sinensis) que se fortalece con la verja que engulle.



Glicinia. Quinta del Duque de Arco. El Pardo. Madrid


Glicinia. Quinta del Duque de Arco. El Pardo. Madrid


Buscad en jardines históricos los árboles singulares y arbustos longevos  y os sorprenderéis.