sábado, 16 de enero de 2021



 



Los árboles no paran de crecer



La vida de los árboles puede llegar a ser muy larga, conocemos muchos ejemplos de árboles centenarios, bicentenarios... o milenarios. El tiempo concedido al ser humano es mucho más breve.
En su longeva vida los árboles siguen creciendo, aumentan el grosor de su tronco y no hay barreras que los puedan parar.



Almez. Parque Casino de la reina. Madrid



Si visitamos jardines históricos encontraremos ejemplares que despiertan nuestra admiración, grandes árboles a los que los obstáculos que han encontrado en su camino no les han impedido seguir creciendo.

Si nos asomamos a la anatomía del tronco distinguimos, a grandes rasgos y a simple vista, tres zonas de diferente color que se modifican según la especie, y son de fuera hacia  adentro : la corteza, la albura y el duramen.
El duramen, la zona central, está constituida por madera muerta que da sostén al árbol. A esta madera muerta la rodean tejidos vivos, madera viva, la albura. Por los tejidos vivos circula la savia y se sitúa una zona de células embrionarias que se llama CAMBIÚM y será el origen de nuevas células que constituirán nueva madera y que ensancharan el tronco.
El centro del leño es la parte muerta. El tejido vivo , la madera viva, se encuentra a su alrededor y tiene un grosor pequeño.
A su vez, esta parte externa, viva, se encuentra rodeada para su protección por la corteza, siendo su capa externa de células muertas.
Así pues, en el tronco la sucesión es  tejido muerto (corteza) - vivo ( albura)- tejido muerto (duramen) y este hecho explica que un árbol cuyo tronco casi está totalmente hueco siga con vida.

Los troncos de los árboles van aumentando su diámetro hasta su fin. Al cortarlo veremos las líneas concéntricas de crecimiento que nos indican su edad ( la Dendrocronología se ocupa de ello), las condiciones climáticas a las que han estado expuestos o los eventos adversos que han sufrido como heridas o incendios.



Ante un obstáculo el árbol va a seguir creciendo ya que la piedra o metal con el que topa va a producir el efecto de una herida. Ante una agresión de este tipo responde con recursos suficientes para solventar el problema.



Detalle de la foto anterior. El tronco y el pedestal.



Detalle de la foto anterior. La raíz abraza al escalón. Parque Casino de la Reina.


Cuando se produce una herida en el tronco o una poda, con el tiempo, la madera viva rodeará a la muerta, como un proceso de cicatrización para evitar que sea la entrada de gérmenes y hongos.
Este proceso de envolvimiento se produce igualmente cuando es  la raíz la que encuentra un obstáculo. Todos hemos visto con asombro árboles o arbustos longevos que llegan a sobrepasar y a envolver bordillos o verjas. incluyéndolas en el interior.

Aquí van unos ejemplos. 


Alamo, tras el liquidámbar. Parque en Majadahonda. Madrid



Ciprés. Quinta del Duque de Arco. El Pardo. Madrid
Detalle de la foto anterior. Ciprés y pedestal.



Ciprés. Real Jardín Botánico, Madrid. El escalón se ha cortado.



Almez más allá del bordillo. Real Jardín Botánico. Madrid



Tejo y pedestal. Real Jardín Botánico. Madrid


No solamente los grandes árboles son capaces de este proceso sino también los arbustos añosos como la glicinia (Wisteria sinensis) que se fortalece con la verja que engulle.



Glicinia. Quinta del Duque de Arco. El Pardo. Madrid


Glicinia. Quinta del Duque de Arco. El Pardo. Madrid


Buscad en jardines históricos los árboles singulares y arbustos longevos  y os sorprenderéis.

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