sábado, 26 de agosto de 2023

 


Calotropis procera, algodoncillo gigante


La he visto por vez primera en la isla canaria de Fuerteventura. Se la conoce por el nombre de manzano de Sodoma o mudar de la India, entre otros.
Es un árbol originario del norte de África, pero se distribuye por áreas desérticas desde Sahara occidental, Marruecos hasta Pakistán , Afganistán y la India. 
En Fuerteventura fue introducida en 1967 en una finca del sureste de la isla. También se encuentra en América y Australia.


Calotropis procera. Agosto 2023, Fuerteventura

En la isla de Fuerteventura, en su costa sureste, existe un pequeño pueblo llamado Pozo Negro y cerca de él se encuentra el antiguo poblado de La Atalayita.

Aquí vivían los antiguos pobladores de la isla, los mahos, hace más de 600 años. Se han detectado más de 115 construcciones realizadas con la piedra volcánica puesta en hiladas hasta concluir en una bóveda. Estas casas, por estar algo hundidas en el terreno y construidas con la piedra del lugar,  se camuflaban con el paisaje y así el poblado pasaba desapercibido desde mar o tierra. Es muy interesante la visita; cuenta con un centro de interpretación, también hundido y mimetizado en el terreno, que nos da información sobre el estilo de vida de los antiguos mahos, su cerámica y los recursos marinos que utilizaban. Practicaban la pesca química ya que usaban la llamada "leche de tabaiba", el látex de la Euphorbia atropurpurea, que adormecía a los peces.


Casa en el poblado de La Atalayita
Centro de interpretación La Atalayita, Fuerteventura


Poco antes de llegar al poblado te sorprende la visión de una pequeña masa verde, tan escasa en la isla, de estas plantas como si se tratara de un cultivo aunque, más tarde, ya se puede ver que hay plantas diseminadas por los caminos.



Calotropis procera, Fuerteventura 2023


Lo primero que me llamó la atención fue el bonito color verde claro de sus grandes hojas y luego, al fijarme, sus  frutos de entre 7-10 cm. Al tocarlos te llevas un chasco ya que no se trata de un fruto sólido sino que la impresión es de estar tocando un globo a medio inflar.

Esta planta se constituye como un pequeño árbol perenne, con una copa redondeada. Las hojas son grandes, opuestas, ovales, un poco acuminadas, de borde entero, sésiles o con peciolo muy corto con marcadas nervaduras. Fructifica 1-2 meses después de florecer y parece que se pueden ver flores y frutos  a la vez en algún ejemplar. No vi ninguna flor. El árbol contiene un látex blanco que puede ser irritante.
En el Sahara occidental es un árbol común. En Canarias por ser fácilmente colonizador se considera una planta invasora que puede amenazar a especies autóctonas.

Al abrir el fruto se ve que está constituido por un centro,  formado por un gran número de semillas y rodeado de una fina membrana que le sirve de anclaje a la cara interna de su cubierta. No hay pulpa.


Fruto de Calotropis procera. Fuerteventura


Calotropis procera. Fruto con semillas


Las semillas, como de unos 4-5 mm, ovales, aplanadas y ligeras, poseen un vilano, con múltiples pelillos a su alrededor extremadamente suaves por lo que recibe, entre otros nombres, el de algodoncillo gigante  o árbol de la seda ya que , cuando este acúmulo de semillas maduran se expanden como una masa blanca de tacto sedoso..
Contemplando esto no cabe duda de su potencial colonizador por  su resistencia a la aridez y por la facilidad con la que pueden ser trasportadas por el aire ( anemocoria), incluso parece que también pueden flotar en el agua.



Los vilanos de Calotropis procera, "puñado de algodón sedoso"

Semillas de Calotropis procera


Es una planta de profundas raíces con una vida relativamente corta, ronda los 12 años, fructificando a los 4-5 años.


Pequeña Calotropis procera. Fuerteventura


En los parajes tan desérticos de Fuerteventura con escasas matas verdes, resistentes a la aridez, la salinidad y al viento, me encantó encontrar esta planta desconocida para mí hasta ese momento y poder observar el peculiar fruto. 

Fuerteventura, una isla que embellece al atardecer, con sus montañas perfiladas en las que descubrimos facetas insospechadas cuando las sombras se adueñan de ellas.



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